magoantonio

Así aprendí a amarte

                           

En la mano tierna

y el saludo fuerte.

Con la voz muy clara

y sonrisa amplia.

Así aprendí a amarte.

 

En la suave brisa

de tu amplia cabellera.

En la dulce espera,

en la blanca espuma.

Así aprendí a amarte.

 

En la luz intensa

del vidrio mojado

y el verde contraste

de un jardín florido.

Así aprendí a amarte.

 

En la gris mañana

de un sábado intenso.

En la dulce vista

de un lago inmenso.

Así aprendí a amarte

 

En el débil brazo

del marullo alegre,

en la fuerte brisa

del oriente intenso.

Así aprendí a amarte

 

En tus brazos fuertes,

en tus dulces labios,

en tus ojos tiernos,

en tu piel caliente.

Así aprendí a amarte.

 

En tus miedos,

en tus desvelos,

en tus valores,

en tu alegría y tu tristeza.

Así aprendí a amarte.

 

En el dulce aliento

de una flor bonita.

En el camino blanco de la luna llena,

en el sol radiante cuando el día declina.

Así aprendí a amarte.

 

En la larga espera,

que no sea mañana.

En la tarde intensa

de la duda amarga.

Así aprendí a amarte.

 

En el aire, en la lluvia,

en una tarde fresca

o una mañana tuya y mia,

en el rocío de los mejores días.

Así aprendí a amarte.

 

Cuando ríes, cuando cantas,

cuando una lagrima

marchita tu rostro

y con ella tu corazón se opaca.

Así aprendí a amarte. 

 

En el néctar prohibido

de la bebida nueva,

en el dulce candor

de tu mirada tierna.

Así aprendí a amarte.

 

En el hoy, en el mañana,

en la ilusión y la esperanza,

en el desprevenido ¡No hay mañana!

que garantice nada

Así aprendí a amarte.

 

En mi soledad y mi inconstancia,

en las noches sin mañana,

en las tardes sin esperanza,

en los soles, sin sus lunas.

Así aprendí a amarte.