Murialdo Chicaiza

In memorian

 

 

Cuando un amor muere, ¡qué dolor!

Es como ir desgarrando célula a célula

el cuerpo aún viviente de una flor

ser testigos silentes del ocaso de un mar.

 

Cuando un amor muere, ¡qué miseria

queda en el alma y en los abrojos!

Todo placer después será triste feria,

desértico arenal, efímeros alborozos.

 

El tiempo se nos va como nos vino

dejándonos una lluvia de granizo,

dejándonos mal dolor y desatino

en las sienes marchitas del recuerdo.

 

Solo el olvido pastará en nuestras manos

del ser que no fue ni al cual amamos,

como una caricia vacía, como cien llanos

plenos de duras raíces en agonía.