Rafael Rodriguez

UNA ISLA, DOS PAÍSES

UNA ISLA, DOS PAÍSES

 

Tierra negra y de mulatos

bañada por un río incierto

donde aparecen los muertos

sin ser sentido por el concierto.

 

Hombres que llegaron un día

y acabaron con una linda raza,

creando una gran melancolía

con el sabor amargo de la calabaza.

 

Con el sonido de los tambores

y el grito de un hombre indefenso,

las cadenas gritaban los colores

de un dolor ardiente e inmenso.

 

El hierro de una amarga frontera

los convierte en dos mundos,

la incomodidad y las goteras

y la barbaridad de un vagabundo.

 

Hambre se siente de un lado,

comida y postre en el otro,

hace falta un café colado

o generosidad en nosotros.

 

Se habla de verdad o realidad,

de mentira a cada momento,

pero no llega la felicidad

ni los bellos y puros sentimientos.

 

En cada palabra bonita

siempre hay  un malvado engaño,

se destruye una negra carita

y se le prohíbe ir al baño.

 

Debemos tenderles las manos

a los indefensos haitianos

porque de isla somos hermanos,

los haitianos y los dominicanos.

 

Rafael Rodríguez

12/10/2011

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