Amadeus

Perfidia

Te sentí en mi cama, debajo de las sábanas de seda que me acobijan todas las noches después de tu ausencia.  Te sentí a mi lado, queriendo calentar ese frío odioso que me tortura junto a la soledad.  Me sentí entre tus brazos, queriendo volver a amarte igual que antes.  Me sentí sobre tu pecho escuchando tu palpitar, cabalgando por los surcos que dejaron mis ojos húmedos.  Te sentí amándome, queriendo hacerme tuya como lo hacías antes.  Te sentí en mis labios desgarrados, corrompidos por el dolor que se vertió al tu partida.  Me sentí sola, que tú ya me dabas la espalda.  Me sentí marchitándome, que tus caricias se añejaron en mi piel.  Te sentí anhelándome, queriendo volver.  Te sentí en mi pecho reconstruyendo a mi corazón. Me sentí en los brazos de otro, olvidándote, dejando atrás todos los tragos amargos.  Me sentí de él, que le entregaba mi corazón.   Te sentí dolido, llorando mi acción.  Te sentí agraviado, confuso ante la nueva alhaja que recorría mis rincones.  Me sentí enajenada de tus cadenas, volando libre como ave de rapiña devorando sueños sublimes y acechando corazones sumisos. Me sentí fiera dentro de él, domándolo con cada gemido lleno placer.   Te sentí celoso observándome en lo obscuro del cuarto hotel.  Te sentí vestido en cólera, inspirado en la vendetta de tu ser. Me sentí vil cuando él nado en mi lecho y exploro mi geografía.  Me sentí fría ante tu candor, pensándome todavía tuya después de todo.  Te sentí herido, que tu corazón se apagaba.  Te sentí espabilado, desconectado de tus sentidos.  Me sentí triunfante ante tu despecho, que había, al fin, obtenido justicia.  Me sentí dichosa, casi feliz por tu miseria.  Te sentí perdido en recuerdos, que deseas contemplar.   Te sentí desconcertado ante la cruda realidad, que te vencías por una batalla perdida.   Me sentí airosa con la traición, que había dejado de ser la víctima del libreto. Me sentí reina de los cielos, culpable de tus lágrimas.    Te sentí en mi cama, debajo de las sábanas de seda que me acobijan todas las noches después de tu ausencia.  Te sentí en mi cama, mientras la lujuria corría por mis venas, mientras corría por las de él.  Te sentí en mi cama, mientras él me hacía suya, mientras se vertía éxtasis al son de treguas entre caderas.  Te sentí en mi cama, mientras él me besaba y con cada uno de sus besos te era infiel.