taty merced

La casa de campo...

Ya nadie toca la campana

ni se persigna frente al Cristo de la puerta.

Ya no están los sonajeros, ni las espigas de rosas.

El silencio es el dueño de la casa.

La lámpara, al lado del sillón vacío, se cubre de  telarañas.

En la repisa, un viejo y empolvado libro.

Se respira una aparente paz

mas por todos los rincones

aparecen los recuerdos de los niños:

subiendo las escaleras enlodando los peldaños

con las huellas de paseos por el campo.

Momentos que afloran deshojados del encanto

porque el pasado no vuelve. Nada es igual que antes

y el recuerdo se apodera de la estancia y de la mente

para ser  más elocuente y nutrir esos instantes