Lotus Flower

El gran corazonzote de la moza

Y el cielo concediole al día el sol, brillante y centellante...

La moza cavilaba en apegado apego
que ella misma mostraba por su amigo con ego,
y sin querer sabiendo y sin saber queriendo
verdad verdadera verdad,
pues su amigo con ego sujetaba
fría, fría frivolidad.

La moza se arriesgó a su amigo con ego protestar.
Pero el pero siempre arriba:
convertidas cadenciosas vibraciones en señales nerviosas
y convertidas en sonido con eco...
en el extaño rostro
de su amigo con ego
un engurruñado gesto
emergió.

La verdad produjo en su sujeto
disgusto tan enorme,
¡que el alma se le inflama,
la mente se le inflama
y el cuerpo se le inflama!
Desesperada la moza por enmendar su desacierto,
enterró delgados dedos del lado izquierdo de su pecho
y sacó
un gran corazonzote.

Con lágrimas ausentes
en los hermosos ojos,
estiró las manos para regalarle
el gran corazonzote
a su
amigo con ego.

Pero el pero
siempre arriba:
sin ser hombre,
el
amigo con ego no sabía
que el gran corazonzote sí valía.

Se limita
solamente
a guardarlo
en su bolsillo
del pantalón,
¡en vez de depositarlo en su existencia...!

La noche arrebató
al malgastado día su lugar.
Por lo que él recordó
y ella sólo olvidó.

Así los dos humanos
pensaron en voz alta
otro rato y otro rato.
Presenciaron un ameno silencio,
disfrutaron de su propia presencia
hasta que una vez más,
el cielo concediole al día el sol, brillante y centellante...