Josefina 46

A TI, SAMUEL

Te fuiste de madrugada

de aquella noche cerrada,

e impotente te vi partir

sin poder por ti hacer nada.

 

Con fuerza apreté tus manos

para evitar que te alejaras.

¿Cómo es posible Señor

que estuvieran frías unas manos

siempre llenas de calor?

 

No tuve el valor, Samuel

para verte transpasar

la frontera de la vida

que nos lleva hasta el más allá.

 

Y cuando quise darme cuenta

de la implacable realidad,

sintió mi ser la derrota

de nuestra batalla compartida

entre la muerte y la vida.

 

Te llevaré en el alma

mientras viva, tú lo sabes

porque sigo de ti enamorada,

del esposo, padre y abuelo,

por eso tu recuerdo mi vida

es mi refugio y mi anhelo.

 

Rogaré para que mis deseos

de hoy se puedan convertir

en un milagro de amor,

y entre mis brazos sentir

latir tu corazón.

 

Tu esposa que no te olvida.

 

Fina Simón