Antonio Fernández López

HOGAR.-

 

 

En el cuello, violetas anudadas,

el semblante sereno,

el paso decidido.

Dirección horizonte.

 

Por la mañana lumbre,

acorde con los rayos primerizos.

Cada paso de tiempo, lejanía.

Hasta la muerte te define.

 

La niebla, presidenta de la tarde,

atempera la voz con que te llamo

sin que puedas oírme

No importa. Tu reino sigue en pie,

al alcance, tan solo, de tus pasos.

 

Nocturno de silencio y agonía :

el mismo plano de la luz que muere

y el sagrado sepulcro de tu boca.

 

Las ondas de tu cuerpo se acomodan

bajo el calor de hogar de las estrellas.