El monótono canto del grillo
en la cálida madrugada
perturbaba el descanso del niño.
Y por tal razón, lloraba.
La luna sabe de historias 
 que contarlas yo no quiero,
mariposa migratoria
que no detiene su vuelo.
 Tiene su cabello aromas 
 de la tierra en primavera,
y sus manos trabajadoras
de la siembra se hacen dueñas.
Las nubes corren de prisa
 y el sol arriándolas va,
unas blancas y otras cenizas
anuncian las tempestad.
Las rojas brasas del hogar 
 se convertirán en rescoldo,
que brindaran calor y paz
de familiar acomodo.
Mañanita de mi pueblo
 sonrisa del nuevo día,
 que Dios escuche mi sueño
 de volver allí algún día.
Calla la niña y suspira
 y el alma se le quebranta,
 pasan las horas sin prisa,
 mientras le ruega a la Santa.
Aún arrastrando sus pies
 intentaba levantar su vuelo…
 Bendita su tozudez 
 ¡Ojalá logre su anhelo!
Sus manos eran dos panes
 a disposición de la gente,
 solucionó con desmanes, 
 necesidades urgentes.
Los faroles de su mirada, 
 titilan al ver la mía…
 ¿Será que está enamorada,
 o es gesto de simpatía?
Autores: Maria Cristina Díaz y Alejandro Díaz
(Versos cruzados, Díaz al cuadrado)