ANEUDIS PEREZ

LA MUERTE DE UN POETA (por favor, no lloren por él)

LA MUERTE DE UN POETA

 

Empezó por sus manos

el nervio en taquicardia

se negaba a latir,

coagulo de ilusiones

debajo de su piel,

el amor olvidado

en un bar de mentiras,

la risa en su mirada

ahuecada en el tiempo.

 

Se quedó en la nostalgia,

perdido en los jardines del ensueño,

buscando el elixir de lo eterno,

transitando linderos de imposibles,

se creyó el ave fénix

y se fundió en el sol,

sólo dejo cenizas

esparcidas por la lluvia,

su magia introvertida

mojando los senderos.

 

A su muerte

crecían mariposas en el aire,

gusanitos subiendo por el viento,

y el corazón  se convirtió en boulevard,

en colonias de hormigas

transitando en dulzura.

 

Se cortaba su aliento en el beso perdido,

su alma sonreía ante el ocaso

succionada por rayos de la luna

a gravitar el cielo,

a vivir sin su lecho,

se soltó las amarras que le ataban al mundo…

la triste soledad de la tristeza,

vivía sin la muerte de su cuerpo,

su amante de materia.

 

Se moría el poeta

mas revivía el sueño,

sus versos ya tomaban otro acento,

ahora el sentiría a las estrellas,

tocaría al amor sin tener miedo,

conocería la libertad del alba,

surcaría galaxias y hoyos negros/

irradiaría en su luz

la primavera estelar.

 

Olvidaba el teclado y el yemar de sus dedos,

el oprimir caricias, destacar sentimientos…

sus ojos se quedaban sin sus ojos,

su alborada rompía el horizonte,

sus limites se herían por los hombros del alma,

ahí iba el poeta

con alas hacia el éter,

a escribirle poemas a la noche,

a unir sus lumbreras con el día,

a convertirse en verso,

a ser parte concreta del espacio,

y a pintar de alegría el universo…

 

La tierra está conforme y acoge su sonrisa,

exprimirá sus ansias,

y del abono tierno de su vida

ahora hará poesía

poesía de natura,

poesía infinita.

 

 

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