¡Ayer probé una lágrima!
esta salía de mi alma
y caminando muy intrépida,
sobre mi mejilla deslizaba.
Entrando a mi boca a prisa
conocí el sabor de esta dama,
descubriendo que aquella gotita,
es más de lo que se llama.
¡Y es su estructura exquisita!
que impactado me dejaba,
proclamando en mi lengua su conquista
por el gusto que ella me regala.
¡Ayer probé una lágrima!
y descubrí que la condimentaba
no eran hierbas de cocina,
mucho menos verdura repicada.
¡Era el sabor de un alma herida!
con dos gotas de ira que notaba,
de desilusión, una taza por medida
y el adiós de mi amada.
¡Ayer probé una lágrima!
la cual se sirve sobre charola de plata,
es un manjar para el que olvida,
y es perfecta para el alma.
Solo sentí un dulce sabor en la lágrima,
era el sabor de la esperanza