Sara (Bar literario)

Polvo

Antonio nunca saldrá de mi vida,

porque Antonio sabe

que mi odio catastrófico hacia él

es solo la medida que inventé

para amarlo.

 

Amarlo en la basura

que recorre y nos desprende

de esta ciudad desierta;

amarlo en la música

de una ciudad que no conocerá

a famosos degustando

su sangre mestiza

de gente muerta en vida,

les decimos

porque vamos agusanados

en el cementerio de una oficina

pequeña, tan pequeña

como la mano clandestina

que de pobreza, nos sujeta.

 

Antonio no me olvida

pese a que jamás he sido

su mejor recuerdo

ni recuerdo de guitarras

ni recuerdo de camas con olor a amores baratos.

 

Antonio me sabe,

en sus ojos, he sido la ciudadana

que a su amor de trípode

nunca se ha desgastado

ni ha bajado

a su infierno

por la cerradura de su lascivia taciturna

en bagajes de hojas

que son simples diarios para matar el tiempo.

 

El tiempo es una película en su loco desacuerdo

 

 

Antonio me ama tanto

que me deja años suspendidos

mientras hace hijos en fantasmas

con rostros de edades envejecidas

en el vacío cotidiano de sus nombres;

y a todo ello,

he sido de Antonio

como nunca Antonio

ha sido de nadie.


Y esto es, una hoja de un diario invisible.