María

Cartas

Recordé  la escena final de la película “El Amante”. Marguerite de espaldas, escribiendo, sitiada entre libros, en un escenario solitario. Sonó el teléfono. Era él. Hacía años que no  hablaban. Al cortar ella plasma en un cuaderno su verdad letal: el sentimiento hacia esa persona que había marcado tan hondamente su alma había perdurado por siempre, Aún lo sentía.

 

El había continuado con su vida predestinada. Ella había albergado soledades escogidas. Muy triste esa imagen final. Marguerite de espaldas, encorvada, vencida, escribiendo y escribiendo. Derrotada por la edad, por el destino, por lo que nunca fue, por lo que asomó de forma tan intensa como breve.  Una gran realizadora, creadora. Sin embargo, una mujer dolida. Amputada. Toda una vida sin él. Sabiéndolo con la familia que debió formar y escribiéndole cartas que guardaba en un cajón de su escritorio. En ese sinfín de letras se resumía su existencia vacía, su vida desierta

 

Auto-refiero. Quise mucho a alguien. Ese ALGUIEN  quedó marcado como PARÁMETRO en mi vida. Nos amamos. Pero como en la realidad de Marguerite Duras, estábamos predestinados a la separación. Llevo quince años recordándolo. Ver la película “El Amante” y conocer la realidad de la autora del libro me llevaron a reflexionar que no debía hipotecar mi vida en pos de Él. Del mismo modo tengo centenas de mails guardados, mails que nunca envié. Solamente, en todos estos años, le mandé tres escritos… Letras que deseo compartir con Ustedes….

 

Carta I

 

La vida “se corrobora” por el sabor de los contrastes. Y no tenerte me lleva a ensayar una nueva existencia…

 

¿Cómo podría manifestar con más claridad cómo me duele tu ausencia? Tenerte era magno. Y saberte mío era todo. Ante tu no- estar me repliego. Pero en lo cotidiano, ante alguna minucia, tu fuerte impronta se las arregla para inundar los sentidos, y hasta humedecer tibiamente los ojos…

 

Aún recuerdo cómo me esperabas, la manera en que me festejabas, me halagabas y me celebrabas. Yo me brindaba, dándote lo que esperabas, y, según vos, “mucho más. ¿Recordás cuando pensábamos en “siempre”, “mañana? ¿Por qué hay cosas que pueden llegar a ser terriblemente profundas y genuinas y por necedades se acaban? ¿Cómo dos personas con un Amor Inmenso pueden hoy estar separadas?

 

Podría hacerme muchas preguntas, pero es más de lo mismo: tu egoísmo, tu egocentrismo y la necesidad de transformarme, de saberme enteramente tuya.¿ Por qué no te alcanzó con dimensionar la entrega total? Si vos mismo estabas muy seguro de mi sentir. Pero pretendías “sacrificios” desmedidos. Traté de ser inflexible: algunos puntos no se negocian, mientras vos te deshacías en contradicciones, sin registrarlo.

 

A veces me cuestiono por qué revivís a diario en mí, si en las instancias finales te padecí. Y hoy, como en esos tiempos, tengo la certeza de que realmente Nos Quisimos.

 

M.-

03. 07.08