Nanuq

DULCE GUARIDA

Sangre aroma a vida,

Mujer de fuerza incontenible,

Uno mismo fuimos,

De la gestación hasta la cima.

 

Eres mi hogar, mi dulce guarida,

Una mujer divina.

 

La flor del campo de mi cuerpo,

Luz que da sombra en el concreto.

 

Un imán de travesías,

Es tu amor todos los días.

 

Eres mi madre,

El cielo que cobija la tarde.

 

Guerrera y protectora,

A todo miedo tú confrontas,

Con la esperanza que emanan,

Tus ojos de gitana.

 

 

 

A diestra y siniestra me moldeaste,

Puliendo con caricias cada detalle;

Es tu hijo el que hace alarde,

De tu belleza…

Tu excelsa grandeza.

 

 

EDUARDO ARAIZA MENDOZA