Annabella

SOLEDAD

Eres ya tan conocida

que desvirtuaste tu nombre.

Ahora, eres mi amiga,

confidente y compañera.

Te dejas acompañar por mí,

juntas hemos aprendido,

conformes, sin condolernos

e ignorando nuestro sufrir.  

 

Yo no elegí mi sino

menos, el conocerte a ti.

Tú sabes de dónde vienes

tú sabes, ¿por qué a mí…?

Sabemos lo que importa:

hay muchas cosas qué hacer

que el espíritu disfruta

y necesita de las dos.

 

No te diré:  “te vencí”

No pienses que me venciste…

Somos parte la una de la otra,

¡Aprendimos a convivir!