RICARDO ALVAREZ

CARGADA DE RAYOS

 

Tus besos y tus voces.

Tus caricias y tus dioses.

Tus eléctricos muslos de usina

Tu signo madurando en el espejo.

Entre las aguas de tu pecho

nado con movimiento delfino

a la impresión de tus labios

bajo el cuerpo de la arena.

 

No habrá ningún aguacero

que inunde nuestros archipiélagos.

Ni nuestra hora de siesta,

Ni los frutos, ni los sembrados huertos.

Con fuerza brutal encarcelaré las espinas

sobre la torre de la tormenta,

y la dilatación del agua

bajo un sombrío arroyo.

Entre la altura infatigable de la montaña.

reclamaré al clavel

conservar tu aroma silvestre,

y que la noche resalte tus pestañas

de luces porque yo perdí

el cielo bajo tus parpados.

Cuando un partícula de sombra

me sumergió en copa

de plácidos licores en un opaco nocturno,

supe que de las tinieblas

me rescataron los dioses

que duermen en tu vientre.

Del inicio en que te amo

traías labios de vírgenes rosas

y se fueron con rojas magnolias violadas.

 

Fue en el corazón agreste de los bosques,

en las ramas flexibles de cuarzo,

.todo tu cuerpo en lenguaje

rogó por mi abrazo de invierno,

hasta el dialecto de la gélida sangre

y sobre tu piel de abrigo

calentaba mis frutos sementales.

Cuando despertaste cargada de rayos,

colmaste mi sustancia

hasta la fatiga del hueso.

En tus largas piernas comenzó

la fricción de las rocas

hasta soltar arena volcánica.

Un verano que continuó

con el hijo pródigo de otoño.

de hojas rearmado,

de amarillentos papeles polvoreados

en los poderes del aire,

mientras cantaba la voz del cereal y su retoño,

al inclinarme en tu reino en medio de la nada.