Sara (Bar literario)

La otra parte de una pesadilla


Un cuento de hadas antes de no irse a dormir 



No hay ninguna calle que nos extrañe

ni una promesa de dedos letárgicos

para incumplir,

por culpa de los baches

en los que de ombligo,

uno tropieza

 

Nada.

 

Tú tienes la alocución de contarte la vida

en tu muerte tirando a morir;

tirada,

en un malabar hecho por niños, en edad temprana.

 

Yo tengo la costumbre de contar de mi vida

y nunca -siquiera- en semejanza de espejismos

acercarme a las gaviotas que anidan en su orilla.

 

[Es extraño ser dos extraños

con un cuento en común.]

 

Es extraño,

sospecho por mera alevosía de misterios

que reposan en los personajes de mi atrapasueños;

sospecho que somos dos cartas extraviadas

de la prisión lúdica de algún funesto instrumento.


Era la cuna,

el lugar perfecto para narrarnos

y ser la fractura inalcanzable de un sismo paralelo.


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