Luis Antonio Osorio

Los domingos saben a luces...

Los domingos saben a luces,

al azul que buscaba, mientras, torpemente me adormecía en la distancia,

 me ahogo en la pereza de  levantar de nuevo las nubes regadas en el suelo,

fallidos intentos de  reencontrar en la búsqueda el alma traicionera,

corriendo el peligro de volver a perder todo,  incluso hasta las esperanzas;

jamás  serán los mismos tiempos, los  segundos suelen cambiar tanto de  color,

ya ni sus ojos son mi sol, la palabra es mar y yo el peor de  sus náufragos...

¿En que miedos ajenos estuve  perdido?, ella estuvo ahí para mi,  solo para soltarme las manos,

 bajo mis pies: ni agua, ni cielo,  ni tierra, ni aire...