Ya no era que me interesara un poco,
ni un poco más todavía.
Era que ella estaba aquí, en mi mente,
en mi cabeza y se adentraba de a poco
por mi lado izquierdo.
Ya no era que en mi lado izquierdo
ese aparato palpitante llamado corazón
se aceleraba, era que se estaba volviendo
ruidoso y saltarín cuando en mi mente
ella jugueteaba como en su jardín,
como entre las notas de las flores
que cantaban los sones del aura mañanero,
o de la tarde, o de la noche y sus estrellas.
Ya no era que estaba en mi mente
y en mi lado izquierdo, era que en mi cabeza
bailoteaba su sonrisa a cada rato
y sus manos pasaban por mi pecho
como queriendo sujetarme los latidos.
Era que su mirada me miraba y mi mirada
se quedaba fija en ella y resonaba su risa
aún cuando el alba despuntaba, después
de dejarla con un beso que quedaba aprisionado
en los pliegues de mi almohada.
Ya no era que me interesara un poco,
ni un poco más todavía.
Era que estaba besando yo mi almohada,
posando mi boca en ese beso que había resguardado.
Era que -de poco a poco lo asumía-,
de ella me había enamorado.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
(Publicado el 16-11-2009)