Eduardo Urueta

El consuelo del amigo


Ninguna fuga es el cielo, ni hálito.

Vélame el gemido de escarabajo,

Amigo, ahora, que vas pasando

Manantial finísimo, catártico.

 

De tu boca, el incendio gramático,

Ofrece a mis oídos que llegaron,

Y a mi boca que seca se ha quedado

Vuélveme en tu sentido idiomático.

 

Como me has vuelto humilde la coraza

En días que me aprestaron los pesares

Que ligero fui, llorado, comparsa.

 

Te necesito otra vez, que luz pares

Cuando la penumbra al candil reemplaza.

Cura este abismo en arrojos sepulcrales.