Alexander Chinaski

Mañanas frente al Atlántico

Pinos hambrientos,

envueltos en la bruma de silencio

mientras azota las rocas el delirio

de mares, que suben como labios;

Del tenue ritmo que calienta,

el nectar que el equilibrio

inerte en mi mano inyecta.

Habló, del dia mutilado

cuando la noche se arrodilla,

cuando el infierno se enfría

y la luna, chilla;

De aquellos supervivientes,

que desafió la muerte que jugaron

al azar con los dados de la suerte,

amigo, el camino hace el andar,

el andar, hace el camino,

el destino no es hacía donde me guío,

sí no el mar donde morirá este rio.