José Jacinto Corredor Cifuentes

IMAGINACIÓN

IMAGINACIÓN

 

¡Oh cualidad hermosa, don preciado!

Imaginación, que libre de lazos y de cárceles

te remontas al etéreo espacio y llegas

hasta el umbral de Dios y el infinito,

o te consumes en el lodo y la podredumbre,

haciendo del hombre ya un ángel, ya un demonio.

 

Te entretienes  y das los mejores vuelos

con la mente del infante; castillos y duendes

y monstruos y hadas y leyendas tejes,

sometiéndolo a tus caprichos juguetones.

 

Eres amiga del joven que enamorado siente

el corazón en vez primera y lo animas

para dar el paso hacia el futuro incierto

con el pecho erguido y la ilusión en alto.

 

Pero te empecinas con la edad madura

y eres capaz de convertirlo en sabio,

lumbrera de su estirpe, o lo entorpeces

y desquicias su razón y se convierte en loco.

 

Es por tí que los poetas no envejecen

y es por tí  que los eruditos se superan,

por tu influjo se hace poderoso el rico,

el niño se divierte y se recrea,

el joven ama, se enamora y piensa,

el anciano sueña  y se acongoja.

 

Es por tí que los trovadores cantan

entonando líricas estrofas al son del viento,

los inventos nacen y es próspera la ciencia,

el humano al espacio llega y lo conquista.

Mereces un altar, que se te rinda ofrenda,

no como un ídolo más, sino como un rayo

que de la mente omnisciente del Creador,

en la del hombre enaltecido se refleja.