Raquel

VAMOS A CAMINAR

VAMOS A CAMINAR

 

¿Sabes que hoy te quiero así?
ya no importa ni me inquieta,
ven... ¡levántate...!
vamos a caminar,
dame tu mano...
iremos despacio,
suave... sin prisa...

Absorberemos la esencia de la vida
en la quietud de la mañana,
escucharemos el amado canto de los mirlos,
con el fondo de su brisa suavizando espinas...

Ven...
 recuéstate un ratito ...
dame un beso en la frente
mientras yo....
como vieja cortesana
te acaricio ahí
donde tú añoras...
con tu paciente adormecido de trabajos
y mi frente elevaré hacia el poniente...

Te diré por última vez,
que los otoños se robaron presurosos,
las ramas de nuestras vidas...
se llevaron mis hojas aún verdes
con las brisas de diciembre...
¡aún a pesar de tantas primaveras,
servidas a tus ojos y a los míos!

¡Deja ya de mojar mi camisón
con tus esencias!...
ve... báñate... o tal vez no... Espera,
nos bañaremos los dos...
¡no sea que te caigas!

¡Espera... no te apures!...
gran dolor de huesos
¡aquieta esa ansiedad de juventud,
sé que deseas trotar aún a tu pesar,
como potrillo en la pradera!

Deja ya esos sueños volar
por el pasaje de tu vida añeja...
dale paz a tu cuerpo agotado,
y pon a trabajar tu alma...

A pesar de todo.... te digo... espera...
debo colocar mi sonrisa falsa,
sobre el vasito de murano azul,
donde quedó mi historia sin contar,
tras días de eterna soledad,
envejecida en el rincón del tiempo...

¡Aquiétate!....
¡sólo lograrás mojar tus vestiduras!
tu falo consumido durante tantos años,
entre los hijares de piernas sonrosadas o morenas,
con sus senos rellenos y caderas ondulantes;
ya no responden a la inquietud de éste momento.

Ven... vamos...
rezaremos una oración...
nos pediremos perdón mirándonos a los ojos,
seguiremos durmiendo plácidamente,
o iremos como lo planeado desde hace tiempo,
de madrugada, a ver una salida de sol.

Juntos... los dos....
nos sentaremos en cualquier tronco olvidado,
me contarás ahora sí tus historias de amores,
y yo...con mi mirada al cielo...
te contaré ya sin vergüenza,
el secreto de mi amor eterno.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 13/11