Te pedí ciego que te alejarás de mis sueños, al abrir mis ojos me vi sentado en una vieja silla desde la cual podía divisar la oscuridad, de-repente tu nombre empezó a susurrarse en el vacío y me vi solo en medio de una vieja habitación deshabitada suplicando que esa oscuridad se extendiera por todo mi sudor, al despertar comprendí que no sabía tu nombre.