Jorge C. I.

Carta A Mi Hija

 

Hola Isabel, como estas.

 

Sabes, es difícil empezar a escribir cuando se quiere decir tanto y a pasado tanto tiempo, es como si las palabras quisieran salir todas al mismo tiempo y se amontonaran en mi cabeza impidiéndose el paso unas a otras, tal vez sería mejor decírtelo personalmente, pero ya ves que no es tan fácil poder verte, y si te tuviera frente a mi creo que no me saldrían las palabras.

Podría empezar por decirte cuanto te quiero, pero eso es algo que tu sabes de sobra, aunque tal vez te guste que te lo diga; es más, yo creo que a todos nos gusta que nos digan cuanto nos quieren, por lo menos a mi si y tu eres muy parecida a mí, todos dicen que físicamente pero yo creo que también tienes algo de mí en tu forma de ser.

Podría también decirte cuanto te extraño, cuanto desearía poder pasar más tiempo contigo, poder verte más seguido, pero hay cosas que lo impiden y que por ahora no te voy a decir; no tiene caso llenarte la cabeza de cosas que tal vez no alcanzarías a entender, solo quiero que sepas que no es porque yo no quiera, si por mi fuera yo quisiera que vivieras conmigo pero eso no es posible por ahora.

Podría tratar de explicarte el porqué la última vez que nos vimos y me dijiste ¡Papa hace mucho que no te veo¡ me quede callado sin decir nada, y es que por dentro me moría de coraje y de rabia y se me partía el corazón de escucharte decir eso. En este mismo momento se me llenan de lagrimas los ojos al recordar tu reclamo

También podría decirte lo orgulloso que estoy de ti, como admiro el valor, la fuerza y el carácter que tienes y que te ha ayudado a salir adelante, cuando mucha gente creía que no lo lograrías. Ojala esa gente pudiera verte hoy, se tragarían sus palabras, esas palabras que al escucharlos decirlas hicieron que llegara a odiarlos. Pero sabes, no les guardo rencor, ya que el solo hecho de verte y saber que se equivocaron me basta.

Quisiera poder decirte lo bien que me siento de saber que a pesar de que han tratado de separarnos, no me has olvidado ni han podido hacer que me dejes de querer. Que a pesar de que te hacen decirle “papa” a otro, tú me lo sigues diciendo y me quieres como tal.

Si hay algo que no te diría, tal vez sería la tristeza y la impotencia que siento cada vez que nos vemos y que tienes que pedirle permiso a tu “mama” para poder acercarte a mí, ¡ a mí, que soy tu padre ¡, no soy un extraño ni alguien que te pudiera hacer daño; no entiendo que haya gente que pueda tener esa mentalidad, y menos si se trata de tu “mama”, que se supone que debe querer lo mejor para ti. Pero sabes, jamás te diría eso, yo no podría llenar tu cabeza de esa clase de pensamientos, nunca te pondría en contra de tu propia madre aunque tal vez eso me beneficiara.

Sabes, hay gente que me dice que no tengo valor de enfrentar las cosas, que no lucho lo suficiente por ti; y tal vez tengan razón, pero yo no quiero causarte ningún daño ni hacer algo que pudiera hacerte pasar por momentos de angustia; ya has sufrido bastante como para que yo te provoque un daño mas y prefiero ser yo el que cargue con las penas. Yo se que algún día Dios nos recompensara a ti y a mí por lo que estamos pasando.

En fin, Isabel, yo se que tal vez nunca leerás esto y que aunque lo leyeras no alcanzarías a entender muchas cosas, pero es mi manera de desahogar lo que siento y que traigo dentro.

Lo que si se que te diré cuando te vea, es lo mucho que te quiero y te extraño, y que nunca olvides que aunque no nos veamos, nunca cambiara lo que siento por ti.

Te ama, Tu Papa.