lilith blad dracul

poema 45

Déjame acariciar las flores que brotaron esta mañana de tu cabello y  los botones que aún no abren.

 

Déjame correr a tu lado sobre la hierba hasta caer arrodillada a tu cintura.

 

Quiero  ver tu rostro cual  ninfa entre los árboles, sentir el terciopelo de tu piel mojada.

 

Esos tus ojos  damisela mía, cual estrellas en el firmamento oscuro, de labios carmesí  como la débil llama bajo el espeso bosque.

 

Ángel dulce de  dimensiones celestiales, de encantos abruptos.

 

Sublime musa de los vientos, arráncame un suspiro  con el alma, que  mi necesidad  de ti se hace cada vez más grande.

 

Déjame tomar tu mano y entregarte el corazón, que he caído bajo el encanto  de tu sonrisa y el sórdido aroma de tu alma.