Creo que lo sabes, tu mirada me lo dice,
digo creo porque aun me invade esa incertidumbre,
hasta al escribir esto me siento inseguro.
Espero dejar ya todo este ajetreo del miedo.
En realidad tu me obligas a hacerlo.
Y es que como temerle a esos dos hermosos ojos
que como incesantes faros iluminan hasta el rincón mas obscuro de mis días;
esas cejas que forman tu mirada, tierna y paradojicamente amenazante a la vez;
tu sonrisa impetuosa que esconde tra ella, las cicatrices que has mencionado un par de veces;
esa personalidad, arraigante, como me gusta llamarle, la misma que
lleva clandestina esa sensibilidad que pocas veces has mostrado, aunque quisieras hacerlo mas.
Sabes que sueño contigo ultimamente,
que no concibo la idea de una realidad en la que al menos cruces la puerta de mi vida asomando tu mirada.
Creo que tienes certezas ocultas,
por tu propio bien, dices.
Sabes que cada paso inseguro que doy
me acerca mas a ti, aunque sin buscarlo.
Poco sabes de mi, pero no alejas tu atención ni bajas tu mirada,
mientras ves tu reflejo en la mía.