Murialdo Chicaiza

La Mujer Y La Noche

Se acerca hasta mí,

el nácar garbo de tus ojos

y siento que palidece

en la oscura noche

mi rostro fantasmal.

 

Centellas de conchas plateadas

en el corazón profundo del océano,

-ahora esclarecido de bonanza-.

Tus labios, pececillos húmedos

en un mar de tinieblas,

apenas dormidas.

 

Tu rostro de marfil

pulido por mis besos,

ahogado con mí llanto,

estático por tus suspiros.

 

Y ahora que despierto:

Me encuentro que no existes,

y solo bucles de tus cabellos

se pierden en mi almohada…