Murialdo Chicaiza

Poemar

El mar me llamaba

desde mi nacimiento

y era su voz de murmullo

que suena a caracola.

 

El mar está allí

tirado,

junto a la playa

caliente

de sol hasta sus entrañas.

 

Días tuve de mar y tardes

en las que visité gaviotas,

solo, como vine y sigo.

Tal vez fue la voz de Alfonsina

su llanto, su queja…

No sé, he dicho: el mar

me llamaba, y fue la noche,

la plena oscuridad,

la cabeza de un pez martillo

sus ojos que aún me miran.

Al fin el mar se me hundió

me desbordó plenamente.