Diaz Valero Alejandro José

Un poema inspirado en otro poema

Esa casa de amor que me diste

para que contigo viviera

alejó los momentos tristes

con tu canción lisonjera.

 

El corazón en la puerta

que para entrar me dejaste

me ha convertido en poeta

y en loco delirante.

 

La belleza de tu mirada

y la prohibición del sufrir

me alejaron de la nada

dando forma a mi vivir.

 

El arcoíris de luna

que me diste aquel domingo

lo bordé con mi ternura

y así es que sueño contigo.

 

La guarida que me diste

es una hermosa guarida,

yo no se como supiste

que le hacía falta a mi vida.

 

Ya tome la cara y la cruz

del sentimiento ofrecido;

y tal cual lo querías  tú,

bailé con el viento amigo.

 

Tú querías empezar en la tierra

y terminar en la orilla del cielo

y yo de igual manera

eso también lo quiero.

 

Esa celestial linterna

que encendimos juntos

hizo una bella escena

alumbrando nuestros mundos.

 

Las caricias que me diste

y los besos para el invierno

es lo mejor que escribiste

en tus notas del cuaderno.

 

A la ventana en el aire

le puse cortinas de estrellas

y la pinté una tarde

con hermosas acuarelas.

 

El tendedero estrellado

lo tengo ya extendido

con retazos azulados

y besos para el camino.

 

Yo se que tu quieres,

y que sigues queriendo,

ir empujando los quereres

como  la historia de un cuento.

 

No se si mandamiento será

la fe del querer de esa manera,

pero siento la felicidad

como eterna primavera.

 

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