CARLOS ALBERTO BADARACCO

CRISOLES ARDIENTES

 

 

Hay un sueño que siempre recurre

lanza crisoles al viento, los cuece,

el fuego los hace fuertes.

El barro se va cementando.

Lleva el mensaje de las manos

aquel crisol encendido, ardiente.

Un signo de destino errante se plasma

en los bordes sin forma de bordes.

Están allí esas huellas

que el tiempo irá fijando.

Las manos quedan impresas

como destinos de alfareros viejos.

Nunca pedirá agua, nunca amigos nuevos,

estarán por siempre en su historia,

los destinos insertarán sus sinos.

 

CARLOS A. BADARACCO

17/1/13

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