Víctor Callirgos

LA GRAN NAVE BLANCA

Bien; recibid nuestro testimonio, de lo cierto que es en vosotros el Plan Cósmico y de la tremenda expectativa que su ejecución y cumplimiento ha generado desde tiempos que aún no podéis medir, pero si meditar, para que el proceso en el cual fuisteis insertados por voluntad divina y propia llegase al punto meta de su eclosión o despertar interno; la fuente de luz se abre en vosotros y canalizada con amor, su esplendor no tardará de incidir en el Cosmos, como que efectivamente, ya lo viene haciendo.

Entonces compartiremos con mayor profundidad nuestro común camino en la unidad del amor y la Gran Nave Blanca asentará sus reales en la superficie a vista de todos y todos los ascendidos vibratoriamente lograrán ingresar en ella. Ahora es el tiempo de esta realidad, porque las energías que rodean la tierra, gracias a su compromiso ha permitido descorrer los velos hacia esta realidad. En distintas etapas esto se ha manifestado y vuestra pantalla mental ha apreciado nítida su presencia para que también no dejéis de realizar lo que el amor espera de vosotros, vuestra entrega es permanente, vuestra actitud vigilante sobre vosotros mismos ayudará a estar en las condiciones que el Plan que nunca os desecha, os permita cumplir su rol. El Plan sois vosotros y nosotros. El Plan es la Unidad.

Y esta es una gran revelación para que fundamos nuestros deseos en un solo propósito, el Propósito del Amor; todos como unos verdaderos niños en el regazo del Profundo Amor, que todo lo ve, que todo lo entiende, que todo lo perdona, que todo lo perfuma con el olor sagrado de su amor.

Sabed, pues, ciertamente, este es el tiempo en que lo que ha sido sólo avistamientos dejará de ser y el contacto será tan trascendente que las expectativas del contacto crecerán alumbrando los corazones humanos hacia este nuevo compromiso consigo mismos, pues es su despertar. El llamado es para todos con humildad. Libre es el sendero del Amor. Obrad.

El humilde mensajero de las estrellas, hacia vuestro corazón, con la bondadosa autorización de Aquel que desde aquel mismo lugar os guía hacia vuestro glorioso despertar.