Murialdo Chicaiza

Confesiones (IV)

Todos anhelamos aquel día

en que tranquilos partiremos,

siguiendo un sol desconocido.

Soñando solos cruzar el mar

-allí no veremos aflicción-

 

Otros imaginariamente

nos partimos en un crepúsculo,

o nos perdemos en un bosque

de troncos y hojas de cristal.

 

Yo por mi parte, ingenuamente,

me pierdo en sus ojos,

ojos que me abarcan, me encierran,

de cuyo territorio no he vuelto.