Antonia Ceada Acevedo

Mi legado

Mencionar a alguien en especial es vano porque solo han sido MIS HIJOS.
... Mis hijos que le di el deber de la vida sin saber que en los caminos no hay derechos, a ellos les pido perdón por haberlos deseado ,pero los amo tanto…desde antes de nacer, ya los amaba.
Decidí tenerlos y me comprometí con el sol y la luna subir, cada día, a la cima donde el despertar no es tan bueno, pero he subido, a pesar de las zarzas y las espinas, hasta hoy.
Por ustedes, hijos mios, he bebido las lágrimas más agrias de este transitar, he aprendido de memoria los dictámenes del dedo que apunta, he sido esclava de algún pez de manos cubiertas de metal, tan vil metal…
He desbrochado apresuradamente los botones de lo cotidiano por eso muchas veces me he exiliado al nido de la soledad.
He estado en otros labios de consumo, de pronombres, de torres de donde fui cayendo al mundo de los perros con rabia.
Y quise ser libre, más edifique los muros de mi propia cárcel y allí cumplí la condena eterna de una soñadora…
Una frenética que desvela su cadáver sin miedos a la ira, porque la ira se lleva los cadáveres…

Y la sangre derramé en tierras ajenas;
Chorro de voces, chorros de tristezas,
bocas de estrellas.

Este legado es para no legar el disfraz que lleve fuera de este profundo caletre, es más ruego a mis lazos de sangre que quemen mi sonrisa, porque la usé sin ser mía…
-Disculpen mi osadía.
Era el único disfraz que tenia.

En mi transmisión dejo mi pan caliente amasado con las manos de la nobleza, dejo la conciencia limpia para quienes necesiten un espejo, dejo un suspiro a la luna de los hombres,
Dejo la añoranza de nadie, porque nunca hubo nadie a quien añorar en un canto de gloria.
Dejo mi blanca espuma a los que conmigo se criaron por si se la quieren fumar cualquier verano en la arena de sus playas o en cualquier estación de alguna ciudad.
Dejo, en botella, la locura que es reserva de la inocencia.
…no sirve de mucho el absurdo,
Sí ayuda en las horas cumplidas
donde la esperanza se derrama
y la cordura entre pobres campos
Que ni el olor de las rosas queda sembrado.

Dejo mi basura a los felices para que rebusquen la paz, el cuento chino, una mano cansada y muchas cosas más.
Y por esta noche me paro en este legado en esta primera página , mañana,pude ser, que hayan más.

Antonia Ceada Acevedo ©
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