Dulce condena

Lo que provocas en mí cuerpo

De pronto puedo sentir tu presencia,

Y una excitación corre por todo mi cuerpo,

Mi piel se vuelve sensible,

Y mi respiración se vuelve entrecortada

Tan solo de pensar que estas  aquí,

Detrás de mí.

 

No hay luz en este lugar,

Solo la luna nos ilumina esta noche,

El frío me cala hasta los huesos,

Eres tú quien provoca esto.

 

 

Quiero que te acerques a mí,

Escucho el eco de tus pasos,

Siento el calor de tu mirada,

Me atrevo a mirarte.

 

Memorizo cada ángulo y detalle de tu rostro,

Tu mirada me atraviesa,

Profunda e intensa.

 

Tus ojos me encadenan a ese lugar,

 Me da temor,

Temor a que te alejes y no vuelvas nunca más.

 

Ni una palabra cruza  el silencio de la noche,

Solo está tu mirada,

Esa mirada inescrutable y seria.

 

Quiero decirte tantas cosas pero mis labios

Están sellados, te acercas, ahora comprendo

Que no necesitamos de palabras.

 

Te miro y te pierdes en mí,

Quiero tenerte más cerca,

Mi cuerpo te reclama,

Escucho todo con claridad,

Tu corazón y el mío,

Saltándose algunos latidos,

Cuando posas tu dulce mano en mi mejilla,

Siento el ardor del camino que recorres,

Rozas mis labios delicadamente con tu dedo,

Quiero tener tu boca ahí.

 

Trazas una línea por mi mandíbula,

Bajando por mi cuello,

Mi piel está esperándote,

Y miro las hermosas estrellas mientras me recorres con tus labios,

Llegas a mi oído susurrando las palabras que jamás creí escuchar.

 

Cierro los ojos por el placer que me causa escuchar tu voz,

Suspiro y me enfoco en tu mano detrás de mi espalda,

Descendiendo peligrosamente,

Mis pensamientos se vuelven muy confusos.

 

Me entregaría en ese mismo momento si así lo quisieras,

Siento tu pecho rozar el mío y me estremezco,

Me empujas contra ti y te deseo como nunca lo había hecho.

 

Me tienes en un espacio reducido,

Entre esa pared y tu flamante cuerpo,

Tu cadera encuentra un lugar en mí,

Y gimo por sentirte tan dentro.

 

Te tomo del cabello,

Te quiero más cerca aún,

En el momento en que te miro a los ojos

Mi mundo desaparece, no existe nada, nada es dolor,

Solo tú y yo.

 

Te aproximas con suavidad,

Con el corazón perforándome,

Tocas mis labios delicadamente,

Trazando con tu lengua el sendero hacia la locura,

Me besas con pasión,

Estás en mí, puedo saborear tu excitación,

Dejas de respirar al igual que yo,

Me arden los pulmones pero es increíble tu sabor.

 

Recorro con mis manos tu espalda,

Sintiendo tú veneno en los labios,

Muriendo y resucitando a la vez.

 

Te retiras y protesto,

Deseando cada vez más,

Recordando al despertar tú mirar.

 

Las sabanas se remueven bajo mi inquietud,

Quiero volver a mi sueño,

En el que siempre estarás tú.