En tu pundonor
pude amarte, fuiste mía y yo de tí.
Disfruté el rose de tu piel,
y
El calor de tus manos acariciando mi espalda.
Mis ojos maravillados quedaron,
al contemplar tu desnudez.
Caminando por un sendero embriagador,
con apetito voraz, profané el templo de tu decoro,
apagando el fuego etéreo
exalado de tu cuerpo.
A duo balbuceamos palabras confusas,
farfullos de fieras en celo.
Llegó el espasmo final.
Inmóviles, formando un solo uno
en fatigado abrazo
quedamos.
Sin decir palabra alguna, no era necesario,
nuestros ojos
dialogaron, como solo los enamorados
saben hacerlo.
Satisfechos,
permanecimos en sopor maravilloso
inmersos en un letargo celestial,
después de haber conjugado,
el verbo amar.
bambam