Francisco Gaitan Downs

CUENTO: “LAS PIEDRECITAS DE MARÍA Y YO”

Quiero compartir con ustedes un cuento basado en la realidad, espero les guste y quiero agradecerle a una gran amiga LoBa por su apoyo incondicional.

 

CUENTO: “LAS PIEDRECITAS DE MARÍA Y  YO”



En Bluefields, Nicaragua existe una Escuela de Enfermería, la cual se encarga de formar a profesionales en la rama, yo jamás pensé  estudiar Enfermería, pero un buen día ingresé a la Universidad y entre tantas carreras a elegir, sentí curiosidad por lo humanista, me interioricé acerca de la cátedra y allí mismo decidí, comenzar a estudiar para ser un profesional como enfermero. Terminado mis cursos teóricos, aún faltaban las prácticas para entonces sí, dar por finalizado mis estudios, y por eso un día,  emprendí el camino al  lado de cinco amigas muy queridas, mis colegas, con el deseo de triunfar,  para poder optar por nuestro título como enfermeros y enfermeras profesionales, el camino fue duro,  lleno de humillación para algunos ya que hasta discriminación sufrimos, pero llegamos a esa humilde comunidad, donde había  muchos hombres y mujeres alegres por nuestra llegada, un grupo que llegaba dispuesto a suplir las necesidades de salud de muchos niños y niñas que estaban necesitados, sin duda alguna,  la comunidad era grande y debíamos separarnos para dar un mejor trabajo,  yo no quería separarme de ninguna,  pues tenía miedo al nuevo destino que había decidido, estábamos ahí los seis reunidos,  escuchando las normativas y los regaños con anticipación y el momento de la distribución llegó, pues tenía que hacer maletas otra vez,  ya que a la mañana siguiente debía de zarpar con mi compañera,  la más delgadita del grupo, Karlis.

Fue un viaje de película triste y asechador,  lo bueno que solo fue la mitad del camino, porque del otro lado nos esperaba una linda camioneta que nos llevó hasta ese bello lugar, fue cansador  y llegamos casi sin aliento,  pero lo peor fue cuando nos enseñaron donde pasaríamos la noche, donde dormiríamos el resto de un año de trabajo, solo recuerdo la cara de tristeza de mi amiga y colega,  de un suspiro en mis brazos cayó y lloraba sin cesar,   viendo esa polvorienta habitación en donde los dos íbamos a  compartir, me aferré a su llanto y en sus brazos me hice fuerte,  ya que los dos no podíamos llorar el resto de la vida, estábamos en una habitación simple, con paredes sucias,  sin pintura alguna, con olor a recuerdos viejos de alguien que también vivió la amarga penumbra de dormir solo, nosotros,  aún en medio de la tristeza teníamos deseos de transformar nuestra nueva morada, jalamos agua de un barril viejo y sucio y con una escoba y jabón le dimos una nueva vida a ese feo lugar, recuerdo que era el tiempo de  semana santa,  donde los suelos están secos y los caminos polvorientos, el agua muy escasa y la gente queriendo calmar el calor  se iba a los ríos a consumir licor, eso significaba que luego tendríamos muchas emergencias.

Sentía que la decisión que yo había tomado, me hacía bien ya que lo hacía de corazón, salimos a conocer el pueblo para distraer la mente y  sentirnos en familia, era un pueblo bello pero no tenía calles, tampoco mucha luz, tenía una Iglesia que cada día me invitaba a escuchar la palabra de Dios, solo que nunca decidí llegar, era emocionante ver a la gente del pueblo y como ellos,  sin disimular miraban a un par de extraños que llegaron  a amar, me sabía a humedad estar cerca del río,  pues tenían la dicha de tener uno que alimentaba la mitad del pueblo y humedecía al menos un poco la tierra, para mí los días eran muy buenos,  pero las noches eran tristes,  ya que no soy amigo de la oscuridad y en el silencio del pueblo no se escuchaba nada más que disparos  y gritos de personas que aún celebraban su cumpleaños, no tenía foco y las candelas se gastaban, peor aún cuando mi compañera me decía que las apagara, creo que lloré en silencio más de una vez,  pero siempre demostré que enfermero quería ser, me llenaba de fortaleza saber que mis manos,  estaban siendo útiles para un pueblo que me enseñó mucho, un día conocí una mujer llamada María de mirada esquiva y de mala sensación al menos eso sentía mi corazón, María, la pueblerina que oficiaba de enfermera desde hacía tiempo y cuyo lugar como tal, nadie pretendía ocupar, pero nuestra llegada, por su ignorancia, le significaba peligro de perder lo que para ella,  era su medio de vida, pronto llegaron a nuestros oídos comentarios que  esa mujer de mirada esquiva y según mi corazón sentía,  malos sentimientos, se involucraba con mundos espirituales alejados del bien, o sea que  por medio equivocados, con brujerías   solapadamente y emparejada con el mal,  intentaba alejar a todo extraño que pudiera  alejarla de su labor,  quise acercarme a ella,  pero había algo que no me dejaba, teníamos que trabajar juntos,  pero casi nunca llevamos la fiesta en paz, pues siempre se quería aprovechar de nosotros,  porque éramos novatos en la profesión,  pero casi  nunca ganó conmigo, una tarde,  cuando el sol se estaba escondiendo yo ya estaba triste, ya que otra vez iba a comenzar mi tormento y mi sobre turno,  porque casi siempre por miedo, estaba detrás de mi compañera,  para no sentir las extrañas sensaciones que desde niño he tenido, pero escuchamos un grupo de gente que lloraba, oraba y de esas que caen al suelo,  les juro que todos los pelos de mi cuerpo se erizaron y fue peor,  casi desee llamar a mi madre,  para empeorar la noche nos dimos cuenta que gente de la  Iglesia había visitado la casa de María, porque sin razón alguna menos explicación lógica,  alguien le tiraba piedras y lo peor del caso,  era que atravesaban las láminas de zinc sin dejar huella alguna, las piedras estaban tallada con el nombre de María, eso lo hacía más misterioso y de otro mundo,  al darnos cuenta de esa macabra sorpresa,  sentí  que mi corazón quería dejar el cuerpo, pues no me imaginaba pasar la noche tan cerca de esa casa, a esa hora, la casa embrujada, al mirar sin cesar los ojos de  mi fiel amiga, sin duda me di cuenta que estaba aterrada al igual que yo, recuerdo que me tome un tranquilizante,  que no me hizo efecto y con una candela en la cama,  leía sin parar todos los salmos de la Biblia, hasta que  le di paz a mí corazón, y  sin escuchar alguna piedra que me podría matar, mí noche fue eterna y el día corto,  pues toda la gente del pueblo hablaba del evento y decían que María estaba siendo visitada por fantasmas burlones  del mas allá,  hablaban que eso era un castigo por ser mala,  el cual a mí no me consta, otros decían que había jugado la wija,  invocando espíritus  satánicos,  haciendo oraciones que quien sabe quién las hace, y todo porque se sentía perseguida por sus fantasmas,  que recurrentemente le hacían creer que nosotros o cualquier recién llegado le podía quitar el puesto de enfermera,  lo cierto es que pasaba aprietos y muy tensionado,  pues solo ahí me acordé de un ser superior a mí, de todos los santos de mi abuela y las lecturas de mi mamá;  muchas congregaciones y grupos religiosos  visitaban esta famosa casa y nadie lograba ahuyentar estas almas en pena, a diario sentía que  consumían mi ser, mi mente y corazón, lo que pasaba en su vivienda hizo que María,  saliera  aturdida con su hija en brazos  dejando abandonado el lugar,  pidiéndonos posada a mi amiga y a mí en nuestra habitación, me volvía loco, la sola idea de que compartiera nuestro cuarto  me daba escalofríos,  pero no pudimos decirle que no y sin dudar,  en medio de las dos camas,  ella extendió un colchón en donde reposo con su hija menor, me comía las uñas, ni siquiera cené y la noche entera sentía como mi cuerpo sudaba de nervios, y envuelto entre dos sábanas,  le pedía al señor perdón por todos mis pecados y le imploraba,  que no cayera ninguna piedra en esa habitación,  en donde mi compañera y yo, ya le habíamos dado calor y mucho amor, en medio del silencio algo me llamó la atención y con miedo saqué  la cabeza de  debajo de las sábanas,  pues sentía un olor extraño y una sensación de que alguien se paseaba por la habitación y justo cerca de la puerta estaba mi cama y tenía miedo que los fantasmas de María,  que a esta hora ya los compartíamos,  me tocaran los pies, estaba oscuro, no podía ver ni siquiera mi mano frente a la cara, pero al bajar la mirada vi que María estaba despierta,  con su cabello  suelto no le vi el rostro,  pero me la imaginé  horrenda, estaba con un foco en la mano y en la otra tenía unas hojas de papel que se miraban viejas, tenía libros extraños y fue peor para mí,  ya que pensé en todas las cosas que decía  la gente de ella, sentía que mi corazón dejaría de latir, pero no fue así, de repente  se levantó a media noche,  abrió la puerta de la habitación,  luego escuché la otra puerta saliendo al exterior de la casa,  sólo una extraña sensación me tocaba la piel, ahí amanecí pagando el favor que le dimos, no me dio valor de seguirla ,pues no quería imaginarme nada, salió el sol y ella no volvió, ahí me di cuenta que algo extraño pasaba , su sola presencia nos hipnotizaba,  pues le dije a mi amiga que nunca más la quería con nosotros, a la puesta del sol, estaba acostado en una hamaca, sintiendo la brisa del atardecer cuando levanté la vista y de repente,  me estremecí,  la figura de María  con su hija, se divisaba a lo lejos,  encaminando sus pasos  nuevamente hacia nuestra morada, llegó y dijo que no quería dormir en el suelo   y sin saber cómo,  mi amiga y yo dormimos juntos y ella en la otra cama con la niña,  al menos esa noche me sentí seguro ya que dormimos abrazados con mi compañera ,  como dos hermanos que la vida nos había juntado, sin embargo y a pesar que con Karlis habíamos decidido sacarla y que nunca más volviera a nuestro lugar, ella con sólo llegar, y pronunciar pocas palabras nos convencía de lo que necesitaba, por momentos sentí que no era dueño de mis actos y que esa mujer manejaba mi voluntad con solo mirarme, aunque nuestra intención fuera sacarla lejos de nuestra morada, ya que nosotros, no éramos  culpables de sus juegos misteriosos,  menos de sus juegos diabólicos,  mientras tanto, las piedras siempre estaban en su casa y un día quebraron reproductores de videos en el aire, nadie se explica cómo, solo que las cosas se ponían peor,  pero de algo estaba seguro yo,  ya no la quería más cerca de mí, en el pueblo hay un grupo de religiosas mujeres dedicada al amor de cristo,  servir a los demás y ellas llegaron a casa y con sus melodiosas voces invocaron la presencia del Espíritu Santo, volvió la calma después de unos días de oración de servicios y dedicación, pero poco tranquilizó eso a mi corazón aunque con mi amiga y compañera  tenía la tranquilidad de saber que no estaba solo, no sé por qué,pero no me convencía la actitud de María, sus ojos eran extraños y su mirar dejaba una escalofriante sensación, no quiero juzgarla, pero está lejos del señor , hoy en día, aún recuerdo la historia de María y sus piedras y a cada recurso de enfermería que llega a la comunidad,  los habitantes del lugar siempre lo  asusta con el mismo cuento, que para mi compañera y para mí, más que cuento fue una realidad,  al menos yo lo viví y sufrí mucho,  aunque el lugar me fascino,  Y aprendí también,  que nunca debemos invocar malos espíritus para poder tener corazón digno de amor,  presto a los servicios de los demás.

En una tarde, recibí una llamada de parte de mi superior, en donde me ordenaba dejar ese bello lugar, con tristeza en mi corazón y emoción en mis labios, corrí a aquella habitación para dar la buena nueva a mi compañera, de todos modos y a pesar que no lo habíamos pasado muy bien, ambos nos entristecimos al  pensar que nos separaríamos y a decir verdad, me preocupaba el hecho de dejarla sola con María,  inicié a  hacer maletas en silencio, recordando el triste suceso, queriéndome ir lejos,  pero sin tener que dejar a muchas personas bellas,  que sin duda alguna no quería olvidar, salí de ese mágico pueblo en donde crecí,  me hice un hombre de verdad, con el corazón humilde lleno de amor,  y así me separé  cinco meses de mi compañera, y culmine mi mayor esfuerzo, saliendo con mi carta de liberación informándome que ya podía tramitar mi licencia, ya que con el tiempo de la práctica en esos dos pueblos San Pedro del Norte y La Cruz del Rio Grande, yo había cumplido con lo que se me pedía para culminar mi carrera de enfermero. Me sentí  feliz, porque pronto tendría un cartón con algo de valor en esta sociedad.

Mi compañera y yo salimos victoriosos de ese lugar, dejando una excelente reputación,  ya tenemos títulos y seguimos siendo los mejores amigos y aunque no lo crean,  queremos volver aunque sea de visita a ese bello lugar,  en donde aprendimos a ser mejor y nuestra María siempre extraña, poco sociable sigue escondiéndose en la oscuridad para hacer sus cosas.

A los meses,  me encontré con mis amigas y ya colegas disfrutando de la vida,  sabiendo que cada logro obtenido  como meta  son superadas cuando se quiere triunfar, hoy nos reímos de las noches de miedo que pasé y aun se me paran  los pelos cuando recuerdo  a María y sus piedrecitas.

 

Francisco Gaitan Downs

M. Anushka Gulack