unicornioazul

A UNA FLOR BELLA

 

 

 




Para saber de una flor bella hay que buscarla.

Hay que despertar el sentido de su aroma,

Hay que tocar el torso de sus pétalos,

Y dejar que nos acaricie su ternura.

 

Para saber si en su jardín sonríe,

Hay que asomarse a el de vez en vez,

Para saber si el agua toca sus raíces,

Y  si de mano jardinera nos quiere una vez.

 

Si sus ojos han llorado por desamor,

Y sus hojas parece un poco se resecan,

Mirad la enredadera que te canta,

Mirad mis manos que ablandan tu tierra.

 

Mirad también mis ojos que quieren,

Que tus tallos y ramas en alas vuelen,

De ilusión o de ganas de vivir en edenes,

Donde vuelvan tus dos ramas a dejar poesía.

 

Donde la noche o el día te inciten,

A sentir el rocío que te envuelva,

Y acaricien tu mejilla estos versos,

Que quisieron hoy llegar hasta tus aires.

 

  

Y ese espíritu que hoy ausente  reposa,

En ese exilio voluntario, no discuto,

Que tú alma lo tenga aprisionado,

Pero déjame saber que esta  dormido. 

 

Que pronto volverá por esos vuelos,

A escribir tan suaves líneas epopeyas,

De nuevas conquistas y sin recelos.

Dejarme atrapar por todos ellos.

 

Sucumbiría con gusto mis segundos,

Por  no escribirte intento de algún verso,

Preferiría pasar en mi tiempo por los tuyos,

Y deleitarme de contento de tus sentimientos.

 

De esos que le cantas a las musas infinitas,

Que te visitan en la tarde de una añorada cita,

O en el resplandor del azul oscuro de tus vistas,

En el resplandeciente sol que te ilumina.

 

Saber que ha sido de una poetiza que voló.

A tierras donde no he visto sus horizontes,

Que trastocó con su tinta mis emociones,

Querer que vuelva a escribir tan solo quiero.