Silencio, que dejas caer tu dócil sinfonía sobre mí,
 como un suave sonido, una destemplada caricia
 o simplemente un grito de desesperanza para
 emprender la anhelada caída.
Endureces las más recónditas fibras de mi corazón
 colmando de matices obscuros, las más profundas reflexiones
 arrastrándome a tierras solitarias, donde residimos
 con la harmonía más distante entre del tiempo y la distancia.
Silencio, que irónicamente que me enseñaste a sentir
 los más bellas emociones, porque solo en ti,
 es posible apreciar esto sin encumbrar recelo alguno,
 en tus entrañas está el más profundo de mis sentimientos.