Juan Pablo Cares

Lo presentía tímidamente

Lo presentía tímidamente,

sin aceptarlo, sin creerlo.

No era precisamente lo que debía sentir.

Jamáz.

Pero esa sensación seguía.

Y aún no la aceptaba.

Y continuaba más fuerte desde mis entrañas.

Mi corazón me lo repetía

y estaba enteramente agobiado.

¿Cómo no comprendía? ¡¿Cómo?!

Ciegamente seguía ordenes, o quizás,

obligado, presionado, simulando; no aceptaba.

En esos momentos de férreo dogmatismo,

parecía atado, sin salida,

y además, seguía sin pronunciarme.

¡Sin liberarme!

No decía ninguna palabra al respecto... nada.

No me dajaba seducir, conquistar por mi realidad.

Mi sentimiento, imagínense, no lo recibía.

No recibir mi todo, mi ser, mi escencia.

No aceptar esa condición exclusiva.

Era distinto, soy distinto...

Pero cada vez que veía esa mirada,

cada vez que recibía ese amor,

cada vez que dejaba actuar mi instinto inherente;

me incomodaba.

Y lo acepté, pero sin decirlo,

aún...

Necesito ayuda, un cobijo para mis lágrimas,

para mi melancolía.

Debo irme, esconderme, desaparecer,

 pero con esa mano tibia que me sostenga...

para siempre...

siempre...