Juan Pablo Cares

Piano

Bajo el sonido de aquel nocturno

se escribía un sueño conmovedor.

El alba te trajo silencioso.

Realidad infinita.

El crepúsculo te dejó para siempre despierto.

Así es.

 

Junto a esa agradable composición

me gustaría apretar STOP

y comenzar de nuevo.

Cada tecla, un sonido.

Cada sonido, una impresión.

Cada impresión, un mundo.

Cada mundo, una vida.

 

En aquella interpretación

el trance interior dirigía mis brazos.

La racionalidad carecía de su lógica

y me dejaba conducir por lo oculto, por el misterio,

por la reconstrucción de esa historia,

por el descubrimiento de mi naturaleza

y por el correr de todas las ideas.

 

Melodía inmoral;

que aturdes las conciencias

y que haces que probemos del fruto.

Mi cráneo ahora yace transformado en luz.

Mientras que todo lo ajeno avanza

haciéndole favores a la oscuridad.

Y mi voz grita:

“Llega despertar,

Llega a esas almas,

no me abandones.”

 

Las nostálgicas notas

continúan con su trabajo espontáneo,

alimentándose de mi vida

y mis historias grises

que hacen eco perpetuo.

Adiós vida entera.

 

Piano:

De eternidad pasional.

De deleite personal.

De belleza boreal.

 

Mi piano, vida oculta.

Te escondes en la decoración

De esas paredes ya desteñidas.

Mi piano, pasión oculta.

Recorres mi interior

sin saber dirección,

pero siempre con ese extraño empuje.

Mi piano, obsesión oculta.

El reloj gira sin control

y ni siquiera lo presiento.

Por eso, antes y después

de apretar las teclas

me miro en el espejo.

La curiosidad me hechizó.

 

Piano entregado.

Tonos que juegan en un

profundo vaivén de sentimientos.

Prefiero anclar mi recorrido

en ese precioso acorde

y quedarme aquí.

 

¡Oh! Piano fuiste una puerta rota.

Prefiero derrota.

Fuiste un hermoso capítulo en mi vida,

pero siempre un capítulo con legado eterno.

Camino dañado

pero con felicidad…

¡Felicidad!