Te escribo en la parte de atras de mi libreta,
donde se escriben las cosas que causan pena,
que no quiero mostrar a nadie, ahí perteneces.
Terminando frases incompletas, suspiros,
y no terminandolos a veces.
Pretender que el recuerdo de algo tan vacío
me llene de compañía, me llena de tristeza,
como me entristece amarte como el primer día,
como me entristece lo desesperado del que reza,
como los labios falsos del que besa,
como las hojas sueltas en el río.
Besando otros labios tu boca, la flor de tu piel
en la tierra ajena de mis anhelos, de mis manos
y la caida brusca de tu ropa.
Se hace nudo cualquier pluma que te extrañe.
Tu naciste tan libre como los mares de la tierra.
Siempre tan inmensa y siempre tan ajena.
Como la gota de lluvia convencida por el viento,
con esos soles de cien mañanas
y esa sonrisa de mil espadas.
Eso es lo que te hace increible.
Eso y esto que yo siento.
Tu, rosa central de jardin, un suspiro acorralado por un beso,
una brisa inesperada de mañana, una noche adornada por un canto.
Yo, un pequeño niño que no alcanza lo que quiere,
que se desvive a saltos.
Un pescador de sueños con huecos en las redes,
una triste oración abandonada por un santo.
Escondiendome por detrás de la libreta,
con la tinta en silencio,
cubriendome de tu recuerdo y tapandome del frío.
Escondiendo mi prosa para que no se convierta en poema,
escondiendo mis versos, escondiendo mis anhelos
en las palabras de mis sentidos,
escondido a propósito en las hojas en que escribo,
asi como tu con alguien mas
escondes tus latidos de los mios.