Mar M

Envejecer

Me das tus juventudes en letargo,

en abrazos acaecidos como espigas,

y las caracolas de tu rostro

se llenan de hollín de palabras por nacer.

No hago sino buscarte ahora entre la nada,

tras las huellas de borrachos

y maullidos incoherentes, de gatos

que viven oscuros y atareados,

viejos sabios, castigados por pensar.

En tu barco, lleno de juventudes

y de espigas y de gatos,

planeo el regreso, la búsqueda

de hipócritas tierras, 

de engaños ofertados,

de notas sin compás.

Y así pasan las horas de mi vida ciega,

días enteros en que oro por tu juventud eterna

y aprovecho mi tiempo libre


sólo para envejecer.