Amelia Suârez Oquendo
AMADA  NATURALEZA
  Abro  los ojos y veo bien 
temprano en la mañana,
 el verdor de la arboleda 
donde mariposas vuelan
con atrayente atavío.
 Y escucho cantar el río 
al conpáas de los sinsontes, 
pajarillos de los montes
 que alegran con su cantío.
Respiro, con buen placer
 el olor de la sabana
 mezclado con el aroma
mañanero del café. 
Oigo el susurro del viento al despuntar la alborada,
las tonadas de los gallos 
y hasta el trote del caballo  
de un labrador que apurado
despertó en la madrugada. 
Me caliento, si hace frío,
con rayos del sol saliente,
y me refresco en verano, 
si me sofoca el calor, 
con la brisa de las ramasque abanican con aliento. 
Me mojo en la guardarraya 
con una lluvia precoz, 
 y veo los campos de arroz 
que un campesino cultiva.Observo, cómo se cuidan 
 la palmas con su penachos 
cuando una nube, en su paso, 
casi se les viene encima.
Me siento bajo la sombra 
de una Ceiba milenaria, bautizada con con historias 
de hechizos y brujerías
que en contubernio en sus días mis tías abuelas contaban.
Recuerdo cada tonada 
sobre gallardas tojosas
que mi madre cariñosa,
 me susurraba al oído
en los cuídos de mi infancia.Y me siento sobre la hierba,
 húmeda y reverdecida, 
para escribir, con presteza,
 un poema rutilante
 sobre el amor que me inspira
 la madre naturaleza.
 
 Autora:Amelia Suárez Oquendo Amediana15 de diciembre de 2012