Sara (Bar literario)

Un latido

 

 

¿Quién se aferra al único segundo que sujeta a la vida?

¿Quién puede cambiar el viaje a lo eterno

 por la entelequia de sucumbir  en el mar apenas un segundo?

 

 

El invierno resguarda mi frío

 en los ventanales de la estación tuya.

 

Te lloro –lejanos- mis párpados de lágrimas

mi boca aguijonea una sonrisa etílica

el breve suspiro podría respirarte en mi /limbo/

una clave basta para resolver el acertijo

de mi  amor insomne en el rincón tuyo.

 

¿Quién puede pedirle al amor no sentirlo?

 

Yo te presentía en los vestigios de mis signos

en los tótems de mi  fauna nocturna

                                                                          

En la flora  carnívora

desgarrando mis raíces /que abrazan/ las corolas tuyas         

 

Yo te amaba en las líneas secuestradas

por el murmullo invisible de tu lengua en mis labios.

 

Yo te amaba en mis manos

cuando ellas temblaban al pincelar inexpertas

El rostro de mi alma

/Tu rostro dibujado en mí/

En las rencarnaciones de mis nacimientos

 

Yo te amaba desde el invariable segundo

el primer segundo encriptado en la suma

/Multiplicadora de mi solo destino/

 

El segundo disminuido del reloj en tu pecho.

El segundo decisivo de mi muerte intangible

                                                                 en nuestro reloj pulverizado

                                                                      por el amor de ti,

                                                                   enlazado en las horas

                                                                    de aquel péndulo oscilando el infinito

 

Y yo,

Me aferro al segundo, para alumbrarnos juntos

en los enigmas abovedados de mi lenguaje poético. 

 

Perennemente tuya.