Black Lyon

Inesperado ; Amor.

Me encontré con la inspiración, la seduje con mi tierna mirada y me aconsejó:

 

Entre la coyuntura de los pasajes Domingo de Mendiola y Juan Orozco, me enamoré.

 

En esa intersección, conocí a la mujer más hermosa que jamás había visto. Me miró y la miré. Entre juegos de miradas, yo no mostraba mi verdadero interés, pues cauteloso disimulaba. Pero ella, no dejaba de absorberme. Atenta, seductora y sin parpadear. No lo podía creer. Semejante belleza atraída por mis encantos de caballero. Me acerqué con garbo y serenidad. Con voz moderada, le saludé.

 

Ella tenía una sonrisa, sonrojada, pero no me dijo ni una palabra. Decidí no preguntarle cosas banales y le sonreí de nuevo.

 

Como ví tanto interés en la fémina, tomé su mano un tanto fría y le dí un beso como si fuese toda una duquesa.

 

Ella seguía sonriendo, pero no decía nada y de mi atrevimiento no recibí represalias. Me acerqué a su rostro, a centímetros de sus labios y decidí besarla...

 

Después de besarla, no movió ningún músculo, pero sonreía una vez más, atenta, casi inerte.

 

Sin temor la regocijé en mis brazos y decidí invitarla a dar una vuelta. Pero con la certeza, que mis brazos la impulsaron a seguirme.

 

Pero mi alma se entumeció, cuando un brazo de ella se desplomó. Consecutivamente, la otra extremidad también. Y peor aún, de la cintura se dividió. Quedando aquella dama con el vestido como alfombra, desmembrada y con la misma sonrisa...

 

Después me di cuenta, que aquella dama, era un maniquí...

 

¡Que idiota!

 

Pero bueno, hubiera comenzado por contarles que, estaba completamente ebrio y eran ya las dos de la mañana, cuando antes de ver esa hermosura, bueno maniquí, me habían echado del bar. ¡Joder! No era posible tanta magia. ¡Que suerte! Aunque, ahora estando sobrio, sigo enamorado de ella.

 

BL.