Mario Santiago

LA BELLA DURMIENTE 20

La vigésima Bella Durmiente,

que ya estaba enterada

de la rutina precedente,

contempló al príncipe preocupada.

 

El sueño centenario

quizá estropeó su aliento

e hizo del beso legendario

un asqueroso momento.

 

Había tantas variables

porque preocuparse:

¿se verían saludables

su cutis sin asolearse

 

Y el pelo sin tratamiento.

La habrían bañado bastante.

O sería un esperpento

oliendo a heces, repugnante.?

 

La alimentación intravenosa

y la poca ejercitación,

¿consiguieron que cada cosa

aun estuviera en sazón?.

 

Dependía de la eficiencia

de los profesionales de la medicina

de la Perrault, la Agencia

cuyo contrato nunca termina.

 

Y por otro lado, después de tanto reposo.

Este, con todo y su aristocrática hermosura.

Será suficientemente fogoso

Porque sin apenas disfrutar, ¿boda?

 

No me jodan.