Poemas para el alma

Pequeña dama

Niña bonita, ¿quién diría
resultaste miel del corazón?
Nadie te iguala pues tenías
hace siglos, en ti, la razón.
Dime, niña mía, ¿habitas
cual labios, en mi tu canción?
Un día, es tan corta osadía
por ser de tu boca la pasión.


Niña bonita, algún día
cielo y la noche serán mar,
aguas donde tu compañía
mojaran mis brazos sin par.
Niña mía, nadas mi vigía
y no queda aire por respirar;
mujer, me tienta esta niña
que hoy es dama de alcanzar.


Niña bonita, algo sería
si finalmente fueras sin temor
dejando atrás pasada la vida
donde tuviste tanto del dolor.
Aquí, niña tierna y bonita,
nada se compara con tu calor;
por eso, tu aroma me inspira
esto que hoy recita mi amor.