Rafa Rivas

Adios...

ADIOS…

 

Amor mío, he dado tantas vueltas antes de sentarme a escribirte esta carta que casi no me decido. Cómo hacerlo a sabiendas de que es una despedida? Me he recordado continuamente a mí mismo, todas las palabras que durante este tiempo nos hemos dicho mirándonos a los ojos, palabras, que sólo pueden ser entendidas por nosotros, ya casi no tenía importancia el significado de las mismas púes, las miradas hablaban con el idioma más bonito que existe, el de los Sentimientos.

 

Doy gracias a la vida por haberme dejado compartir contigo los buenos y malos momentos, todos ellos han forjado en mi alma lo mejor que hemos sido capaces de ser y sentir, todos ellos, han hecho que hoy sea mejor persona y por eso siempre te estaré agradecido. Allá donde voy, tú mi vida, no puedes venir y siento como si se me desgarrase el corazón ahora que tengo que darte mi último adiós, sé que en las tristes tardes de invierno y aunque otro corazón esté fundido con el tuyo, te sentarás en la vieja senda donde solíamos pasear los días de primavera y leerás una y otra vez este testamento que es un legado de Amor eterno a ti, el ser más encantador que nadie puede imaginar, me voy convencido de que dejo un mundo mejor porque tú estás en él y eso, no imaginas lo feliz que me hace.

 

Ingrato ha sido el destino por dejarme sólo este breve espacio de tiempo junto a ti, pero todo ha merecido la pena, mi vida. Todo lo que soy, queda contigo, lacrado en tu espíritu por la impronta de nuestros besos, esos que nos hemos dado, esos que han hecho que ambos inventemos una nueva manera de entender lo que significa Amar. Quiero dejarte tantas cosas mías y a la vez animarte a que no marchites el jardín del mundo, privando a alguien de lo maravillosa que eres…qué casi me obligo a escribir con lágrimas en los ojos, con chispa en el corazón y con temblor en las manos.

Mi querida niña, espero tener un sitio amplio donde esperarte ya que me marcho tan lleno de ti, de tu Amor y tus miradas cómplices, que necesitaré sembrar todo eso en amplios valles para recorrerlos durante todo el tiempo de la eternidad, con la fe en que el más allá, tenga de verdad un lugar para el Amor verdadero. Recuerdas lo incrédulo que era yo sobre esas cosas…? ahora no podría partir sin creer en ellas ya que nada tendría sentido sin todo lo que me has enseñado, también en la confianza de que existirá un mañana sea donde sea.

 

 

Os he preparado una carta a cada una de las personas a las que amo con todas mis fuerzas y he decidido que seas tú la que las entregue, ya sabes…no son muchas, he sido incapaz de querer con las fuerzas más grandes de mi ser a muy poca gente, pero qué gente…

Mi vida, esto, aunque parezca un adiós sólo es un hasta siempre,  ya que siempre llevaré lo mejor de los dos conmigo y no imaginas lo feliz que me hace a pesar de que mi vida se trunque así.  No llores cariño mío, no, no imaginas cuanta felicidad me has dado, deja que yo llore por los dos y así, conseguirás hacerme feliz de nuevo.

 

Siento tanto dejarte sola, siento tanto no haberte sabido Amar más…

Bueno, es hora de decirlo, de cerrar los poros para no seguir desangrándome de los ríos de cariños que me llevo a mi viaje, sólo una cosa más. Te he dicho hoy que te Amo, que te Adoro y que todo lo que hoy soy te lo debo a ti?? Púes, ya va siendo hora, recuérdalo siempre y nunca, nunca cambies tu interior. Mil besos en tu Alma y uno enorme en tus bonitos labios Diosa de mi Fé.   Siempre estaré contigo…Adiós.

 

Autor.- Rafael Rivas.

 

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