Mario Santiago

APETITOSA

Detrás de su mirada

retoza una promesa

de mujer enamorada.

 

Y aunque su boca reniega

de la rutina y los días

de su marido y los hombres

de que todos son lo mismo

falsos y mezquinos,

de que la vida es una mierda

si no fuera por los hijos,

de que el amor no existe

sino en las Telenovelas.

 

Van susurrando sus labios

-aún como los de una muchacha-

dulces canciones de moda

de fidelidad y entrega.

Como una mimosa a la espera

de una caricia tierna.